miércoles, 18 de abril de 2012

El regalo

- Que sea mi muerte un regalo para ti, dejare este mundo para ceder el paso a la juventud, y que se realice con plenitud; que sea mi muerte un regalo hacia ti. No esperes mas, sal y exige a tu existencia miles de razones para que cada segundo valga la pena, con el solo pretexto de dejarse fluir, Eso es juventud, buscar placeres, autodestruirse para renacer a cada segundo y nunca dejar de sorprenderse. Mi muerte, ese es mi regalo hacia ti, no te apenes, la vida es así, cada uno tiene su ciclo, y el mio esta por terminar, ya he transitado mucho, he visto nada, nunca aprendí, y nunca viví. Ese es mi regalo hacia ti, una hoja en blanco y miles de colores para ser, el final de un libro que relaja y tiende puentes infinitos con el alma. Ese es mi legado, nada, porque nada he sido, porque no he existido, humo tapando tu belleza, neblina en tus labios, ceguera en tus ojos, sombras en el calabozo de tu vida. Una mirada fría ultraexquisita, una amante sin amor, un mal actor. Mi muerte, ese es un regalo para ti. Una puerta que abierta, que sigue rozando, y besando su cerradura; y romper ese amor, ya no es mi misión. Afuera, te espera todo lo que no has visto, fascinación, belleza, seres vivos, sueños, crueldad y el mundo real.
Nos quedamos mirando fijo, nunca lo había visto tan feliz, acariciándome besó mi frente, una ola de extrañas y nuevas sensaciones recorrían mi cuerpo, asustada, me recosté en un pequeño diván, cerca de su cama, frente a la ventana. No entendía que pasaba, en el fondo de mis átomos algo estaba cambiando, atravesando los caminos de los recuerdos, dando luz a algo nuevo, quise escapar mirando por la ventana el campo de violetas y las mariposas, las pequeñas encargadas de llevar ese perfume hasta el centro de la habitación. Espiaba por la puerta entre abierta, una fuente rebosante de agua de manantial, cercada por por la matríz perfecta, abridora de sentidos que solo la naturaleza puede proporcionar, todo al alcance. Miré a mi abuelo moribundo, lo abracé mientras moría, la incoherencia se transformaba en certeza, y la certeza en vida, cada segundo que agotaba el ser del anciano me daba un centímetro mas de libertad. Ya dando sus últimos respiros, me alejo con la conciencia limpia de la misión cumplida, abro la puerta y...

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