jueves, 22 de mayo de 2014

Te estaba esperando

- ¿Por qué elegiste esa gaseosa? Tiene demasiados carbohidratos. - Decía Lúz mientras se sentaba en la misma mesa que la Negra. -
- Para el experimento va a funcionar. - Respondió ella mirando para otro lado.-
- Tiene 20, es mucho, te va a cambiar los resultados y no vas a saber si está enfermo Manuel.
- Me contó que lo vio a Ivan. Dijo que le quedaban pocas escaras del virus en su piel.
- No me hables de ese – con fastidio - . Ahora con Marcos se les dio por jugar con autos a control remoto. No los entiendo. No les basta con la pelota ahora van por el shopping tirando caños con autitos.
- ¿Viste lo que dijo el Indio Solari? “… Los espero el lunes en el Juzgado…”
- Sí, lo escuché. Él siempre tan poético –risueña-. Fue un mensaje para la presidencia, ¡para que sigan los juicios a los represores!, ¡Para que sepan que sin Luciano, Sin Julio, no hay Nunca Más!
- Yo creo que lo dijo por los incidentes en su recital.
- Hablando de otra cosa. ¿Viste esas señoras en el curso? ¡Las Odio! siempre delante y refregándonos todo.
- Puede ser –ya con visible molestia por no poder llegar a su punto, trato con la última indirecta-. Creo que Yaquet  debería ser el director de la escuela.
- ¿Vos decís? Ese siempre termina temprano todas las clases.
- Por eso mismo. Te estaba esperando, pero ya no.
- ¡No me digas eso! – intentado tomar la mano de la Negra, pero esta se la quitó –
- Yo te quiero, pero solo me querés si tengo algo que te interese.
- Pero… - entre sollozos –

- Ahora te espera Margarita, ya puso su pelo en la sopa y lleva la mosca entre sus cabellos. – Dijo la Negra y desapareció, junto con todo el mobiliario del local, dejando a Luz llorando sola entre los escombros de un edificio vacío.

domingo, 7 de abril de 2013

Negación Química (Fragmento de "La Casa De Los Espejos)

Llego a mi casa abatido. Una escena de ese film  obeso de clichés y sobre todo superficial, dió un flechazo en el centro de mis emociones. prendo un cigarrillo e instintivamente (mas bien, maquinalmente) tomo vaso, hielo, whisky, para luego caer derrotado en el sillón. Miro el costado de un mueble que no tiene nada de especial, mientras llevo el vaso.

El primer trago es acompañado por la violencia espectral de un recuerdo. Un viejo de vestidos roídos rogando por su vida. Este poseía un collar de libertad condicional que generaba descargas eléctricas cuando se alejaba  de su casa en un radio mayor a cincuenta metros. Una sombra escondida se predisponía a matarlo.

Mis propias limitaciones se cruzan en baile seductor con la imagen del film. Yo mismo me siento así, preso en libertad casi desnudo en la intemperie del mundo y apunto de ser asesinado por el miedo, fantasma cruel y frío que desgarra el alma desangrándola lentamente. sentí la personificación fría de las formas correctas y reales.

Bebo el segundo trago mientras llega el ensueño, rozando el divague casi febril y desmedido de la locura. Estando en un galpón abarrotados de químicos, el asesino descubre el collar e intenta sin éxito eliminar el cadáver que atraía a los policías (porque a él nadie lo buscaba). después de eso, el film prosiguió con su mediocridad habitual. Pensaba que simplemente podría imbuir el cuerpo en un ácido para eliminar evidencias y problemas. La infusión final sería inidentifcable, el cuerpo terminaría como un moco disuelto. ¡Ay! si postrado en este sillón me siento así, una gelatina inerte sin aspiraciones mas que desaparecer en los fluidos corrosivos de los días. Consumo el Coktail de pastillas diarias (antidepresivos, etc.) que recetó Saturno. Las bajo con el último trago de Whisky.

Una sonrisa química se garabatea en mi rostro. no recuerdo en que estaba pensando y el sueño cae con exceso de gravedad.

Primeras imágenes oníricas... ¡Maldición! va a ser un día hermoso.

sábado, 10 de noviembre de 2012

El cuchillo y Yo

Apuro el vaso de vino y mientras oigo la lluvia, con la urgencia como estandarte, te acerco mis palabras, ¿A quién? no lo se, ¿Importa? tampoco lo se. La urgencia, es esa soga que tira del cuello cuando uno se está ahogando; dirás que es feo decir eso, pero es así, te salva y te ahorca al mismo tiempo, ¿es buena o es mala?, acaso ¿Lo sabré yo?, no tiene importancia, esa misma urgencia que me llevo a estar viendo el fuego apagarse en la chimenea de esta casa... ¿Prestada?; no, ¿alquilada?, tampoco, ¿ocupada?, por fantasmas, tal vez sea uno, o un camaleón daltónico mimetizado con el paisaje. La cuestión es que no es mía ¿o sí?, pero no pague nada por estar aquí, no pagué impuestos, y no recuerdo haber roto algún cerrojo extraño para estar dentro... ¿recuerdo? no lo se; estoy frente a esta chimenea que va disminuyendo calor a cada segundo, mientras miro frío ese desenlace agrio, como el vino picado de días que (solo por pereza de encontrar una salida para conseguir uno nuevo) estoy bebiendo.
Decía que no me pertenece esta casa, en realidad  no hay un sentido de pertenencia que me ate a este hogar, aunque encuentre cerca de la puerta cientos de sobre con facturas sin pagar, avisos de cortes de servicios (luz, gas, agua) de hace algunos años, a mi nombre, no recuerdo esos días, ¿Podrá ser la memoria tan frágil? quizás no importe, como el alimento. Estaré flaco, pero entre los arbustos de los alrededores, y los bichos que circulan cerca, llevo una dieta que salva el hambre ¿O será como los recuerdos, que simplemente, uno se acostumbra a que le falten, entonces se deja de preocupar por ellos?. Libros con telarañas, cartas de parientes, amigos, vecinos, que se suman a los pocos leños (así llamo a los pedazos de parquet) que uso para alimentar mi pobre llama.
Estoy recostado en el sillón,  recibiendo el poco calor que danzaba como striper de club sin final feliz, viendo la ventana que mostraba los arboles desnudándose para vivir. En el medio de esa imagen de pre-mortem  (aunque no lo crea usted, estoy vivo) me movía mentalmente como fantasma sigiloso cada uno de los cuartos vacíos y corroídos de la casa. La cocina, el dormitorio, el lavadero, ¿Acaso no vive nadie aquí? -¡¿Hay alguien en casa?!, grito... ¿A quién?. Obviamente nadie responde, y entre el el feroz golpe del silencio de tumba, corro como perro malherido a un rincón para refugiarme en la mayor pequeñez de espacio para ocupar que encuentre la física de mi cuerpo y alma. Quedo un tiempo largo así, cuanto no se, el reloj se paró cuando se dio cuenta que no le prestaba atención, miro y entre las maderas que estuve sacando para avivar la flama, estaba mi cuchillo. Lo miré fijo durante un largo lapsus en el cual divagué miles de aventuras con Él... ¿Acaso era una persona viva, como yo, con la que podía compartir momentos alegres, ir de paseo, bailar, reírnos hasta el amanecer, ser felices?. No, pero seria bobo negar que su sola presencia me seducía. Es que a esta altura de mi... ¿Vida?.... me era tan útil  como mis pies si caminaría. Un impulso ¿bueno o malo? ¿Acaso se puede juzgar a un impulso? Los impulsos nacen desde las entrañas mismas del ser, así como el llanto de un borracho, es la verdad al desnudo, y como toda verdad en su crudeza no es bonita la vista ajena. Lo tomé, y siguiendo esa motriz de energía desconocida, comencé rápidamente a cortar todo lo que encontré a mi paso. Paulatinamente quedé sin pies  piernas, pene, brazos, labios, lengua, estómago... Que se yo, todo lo que pude cortar con mi mano izquierda lo arranqué de mi. Debo reconocer que nunca me dió impresión, el combustible del cuerpo, la sangre, nunca apareció frente a mi ¿No tenía?, no eran momentos de preguntas, solo acción, y la acción me conducía como vaca al martillo eléctrico, a cercenar cada parte que observase.
¿De donde nació esa secuencia de autodestrucción?, muy simple, cansado de estar sin poder salir de ese lugar busqué la forma mas propia de escaparme, nunca pude romper las ventanas, no tenía fuerzas para derribar las puertas, no encontraba las llaves de las mismas, estaba familiarmente encerrado en esas paredes que se burlaban de mi con sus arrugas, grietas, moho, destrucción (tal vez).
Ya poco quedaba de mi, el corazón seguía latiendo, y con ojos fantasmas (puesto que los de mi cuerpo estaban ya siendo comidos por una rata que apareció para alimentarse de mi carroña) lo miré y hundí el cuchillo a lo mas profundo que pude, sangré agua deprimiéndome por no poder morir, seguía metiendolo lo más que pude, hasta que en un sin razón, este detuvo su marcha a la fuerza, intenté que calé mas pero no pudo...¿Que pasó?, lo que faltaba, ahora la anatomía estaba en contra mía... Error, mientras mas entraba el cuchillo en mi corazón, mas fibras internas se movían y regeneraban, ¿Como puede ser esto posible?, ¿Fantasía? ¿Realidad?...
Después de tres horas de pelear con el, estoy completamente regenerado, en cuerpo y alma. Mi cuchillo sigue hundido en mi corazón. Lo saco descepecionado y para sorpresa mía, sale junto una llave oxidada, la curiosidad instantáneamente me lleva hasta la puerta, la única que ví en años junto con la única llave que encontré en años.
La puerta se abre.

lunes, 20 de agosto de 2012

Proceso de autodestrucción de un Fortín



Proceso de autodestrucción de un Fortín (Parte I).


Soy soldado, y sirvo para el 3er regimiento de caballería, habito en el Fortín El Libertador, en diarios podrán  leer como es la vida, que tenemos a nuestra disposición, y a que nos dedicamos, así que no voy a ser muy detallista en esas cosas, realmente no se que pasará dentro de los próximos diez minutos, no tengo garantías de que termine este pequeño informe (si se puede llamar así), ni mi vaso de vino. Llegamos hace  seis meses, la comida y la paga variaron en tiempo y forma, soportamos grandes malones, entre los cuales habremos matado alrededor de 900 indios en lo que llevamos en el desierto, recibimos mas salario por cabeza, es la motivación de toda la tropa, pero no para mí, observo como los otros soldados van al frente queriendo hacerse rico mientras, en realidad, solo acrecentamos las arcas de quienes nos gobiernan.

Hace dos meses que no hay malones, por suerte, una patrulla llegó el mes pasado, y comunicó que no quedan asentamientos peligrosos de indios alrededor de 15 Km, fue un gran alivio en esa época, pero también el génesis de nuestra autodestrucción. La falta de trabajo y el resultado del último malón (cuatro de nuestras mujeres secuestradas por la indiada, treinta y cinco soldados muertos o desaparecidos), están transformando esta posta en el desierto en una caldera a punto de estallar. Desde hace días que no hay alimento, hará tres semanas  se encontró un caballo muerto de forma dudosa, que, ante la necesidad fue directo al asador, por ese “crimen-favor” fue encarcelado y desprestigiado un Coronel. La desesperación encuentra humus fértil en la desconfianza a las órdenes impartidas, algunos creen que el general está planeando irse a Chile y dejar a todos esperando un relevo que nunca llegará, otros creen que en realidad no abandonaron a nuestra suerte, (para ser sincero esta carrera militar de por si es estar abandonado a la suerte). Algunos mensajeros que enviamos pidiendo refuerzos o provisiones no han regresado, ni hay correo con el exterior, se susurra que cuando llegan a otros destacamentos piden asilo para no volver o son interceptado por los pocos indios restantes y capturados o muertos.

En este caos interno dentro del fortín, se van contando cinco soldados muertos por problemas entre ellos, recuerdo al Cabo Ramírez clavando un facón por la espalda al Cabo Martínez en el medio de un pequeño asalto indígena, aprovechó la ocasión para matarlo, creo que esta acción puede reflejar el estado de las tropas. Al día de hoy solo quedamos doce soldados,  resistiendo lo que podemos y tratando de conseguir alimento. En la mañana de hoy, el Cabo Díaz pidió al General Gómez que nos sacara del lugar, que sufríamos más de la cuenta, que se apiade de nosotros, ya quedan muy pocas municiones, estamos cansados, algunos enfermos, pero siempre fieles a él; la respuesta fue lapidante, hasta que no tenga ningún poder dentro de la zona, nadie se moverá, a demás los mensajeros y los relevos llegarán pronto. No fue lo que ninguno de los diez restantes esperaban (yo no me cuento, solo quiero tomar un caballo y ser libre de todo esto en la inmensa pampa, los otros, quienes tienen alguna ambición militar, no lo entienden) entonces están planeando un motín. De ser así no se que haré.

Escucho disparos, el motín comenzó…



Proceso de autodestrucción de un Fortín (Parte II)


Pasaré a relatar lo que fue de nuestro caos en el Fortín El Libertador. Después de escuchar los disparos, corrí hacía la armería, entre el fuego cruzado no miré quien disparaba, solo me preocupé por buscar mi fusil. Conseguí el armamento propio, me acomodé cerca de una ventana para observar la situación, en el interior del fortín, barricadas adentro se había desatado una guerra como era de esperar. Mientras cinco soldados disparaban desde el almacén  al frente del Fortín central, otros cuatro iban tomando diversas posiciones estratégicas, como las caballerizas (cosa que obviamente fue muy fácil de lograr) faltaba uno, que luego vi salir del destacamento tambaleante hasta que una bala de sus compañeros lo terminó de matar. Pensaba que era mi oportunidad, robaría un caballo y me iría a la libertad de la extensa pampa, con sus ríos, animales salvajes, pero ese pequeño trance onírico fue interrumpido por Díaz, quien trató de convencerme de asesinar al General y que la Armería estaba tomada, mi respuesta fue un disparo en el pecho y Martínez, que estaba cerca alertó al resto de los soldados, a esta hora ya solo quedábamos diez divididos en dos bandos, quienes pertenecían al motín y los que intentábamos sobrevivir.

Salí por una ventana trasera, no sin antes quemar algo de pólvora para incendiar la armería, para suerte mía cuando explotaron algunos suministros de balas se encontraba  un cabo dentro. Fui haciéndome lugar entre los disparos hasta llegar al destacamento central para ayudar a Gómez. La situación a esta parte, era difícil, el mangrullo estaba ocupado por un soldado, cinco hombres dentro del almacén, y el que restaba, disparaba desde las caballerizas. El fuego se expandió rápidamente, y quemó un pequeño tramo de barricada, lo cual podía ser una vía de escape, ya que la puerta principal estaba bien vigilada desde el mangrullo. Desde la habitación donde estábamos, mientras disparábamos, trazábamos un plan para escapar, pero nada de eso fue posible, se escuchó un estruendo y al ver por la ventana, quedamos estupefactos con el espectáculo, un pequeño malón (pero suficiente para ser una gran catástrofe) intentaba asaltar el fuerte, comenzó una balacera dentro del interior del fortín que nunca habíamos imaginado, Gómez y yo tratando de cuidarnos las espaldas mutuamente, indios y soldados luchando entre ellos afuera. Pude observar que dentro de las filas Aborígenes, se encontraba Ramón Camargo, un cabo que había desertado, por suerte escuchó mi grito y acudió a nosotros para brindarnos su apoyo, pudo matar al soldado sobre el Mangrullo y a dos Cabos dentro del almacén.

Luego de una hora, unos cuatro indios dieron retirada muy mal heridos, nuestros enemigos sumaban solo tres hombres (dos en las caballerizas y Martínez en el almacén); nosotros, casi sin municiones y con Camargo muerto. Martínez desde el  almacén pidió a sus compañeros (un Mayor y un Cabo) que empiecen a preparar los caballos, y que los sacaran de ahí, si los caballos se asustaban y huían, sería nuestra condena. Ya casi no quedaba  barricada, estábamos cercados por las llamas y la próxima parada de estas serían las caballerizas. Lo que alguna vez fue la mayor estructura defensiva de la región, estaba quedando consumida en cenizas, y su fuego nacía desde la misma naturaleza corrupta que la vio nacer, de sus hijos enfermos de poder, y de sus dirigentes incapaces. Entraron dos indios mataron al cabo en la caballeriza y robaron casi todos los caballos. Quedando solo un animal el Mayor lo hacia el  mangrullo, mientras disparaba hacia nuestra habitación que comenzaba a quemarse. El general Gómez ya cansado, herido en una de sus piernas, me dio la orden de encargarme del soldado que cuidaba el caballo, salió por una ventana trasera corrió en dirección del almacén, yo brindé fuego de cobertura. Al verlo entrar, rápidamente apunté al mangrullo pero no encontré a mi enemigo, desenfundé mi facón y salí a buscarlo. El Almacén tomó fuego inmediatamente de ser alcanzado por las llamas, lo cual me distrajo y sentí el frío sabor a traición cuando fui alcanzado por un disparo por la espalda en mi hombro. Caí, un poco aturdido entre las llamas, el humo denso, imaginando como había llegado yo a esto, nunca entendí porque me dediqué a la carrera militar si yo quería ser un gaucho libre en la pampa, ¿porque favorecía al alambrado y a que la naturaleza tenga un dueño que explotaría al resto?,
¿Porque estaba casi muriendo en un fortín en llamas lejos de mis viejos anhelos, y sin haber bebido el manantial de la libertad?, orden y acción solo eso. No sé cuanto tiempo estuve en el suelo, pero vi al Martínez correr en llamas y caer en un pozo lleno de estacas, localicé al Mayor  que me había disparado, corriendo a un costado, cuando llego Gómez a socorrerme. El traidor disparó por la espalda al General, quien muriendo me salvó.  Un reflejo, quitarle la pistola a mi compañero, apuntar al Mayor, disparar al medio del pecho. Lo poco que quedaba en pié se terminó de consumir mientras un sueño prematuro hacía cerrar mis ojos, quizás era la muerte abrazándome como partera recibiendo a un niño.

Desperté y era casi de noche, rodeado de escombros, muertos y brasas aún ardientes, recogí cualquier cosa que me ayudara a comenzar mi nuevo camino, solo un par de armas y municiones, algunas cobijas, y elementos para cocinar, observé al caballo, asustado todavía, hambriento como yo, lo monté y sin mirar atrás, los primeros pasos de mi libertad ya estaban en marcha.

sábado, 19 de mayo de 2012

El Colonizador

  Amanece de tarde en la ciudad, fábricas y monotonías, filas de mercenarios vendiendo su libertad. Posado sobre la loma, el Colonizador observa los caminos que explora como aventurero frente a su destino. Su sombra se impregna en su arado, la herramienta que lo llevará a un porvenir exitoso. Tanto fuego encerrado, tanta yesca podrida, tanto humo malgastado, toxico y estéril. Mira dos caminos, que se unen a sus espaldas, nunca sabrá donde confluyen, está perdido viendo el mas allá, no ve la extensa pampa virgen y fértil que lo espera. Un día más... piensa... Yo, Tu, Nosotros, perdidos, amoradazándonos a un Fénix sin fuego, a una señal de la cruz, corriendo por un papel mugroso y confortable. La ciudad es oscura, hay neblina y smog. 

  Mira su fiesta, no vibra, quedo sepultada en el pasado, El Colonizador no se siente un inmigrante. No lo refleja, espera, algún día, festejar el florecimiento de la hierba que sana a los pueblos, y no los yuyos bien pagos que envenenan. Agricultor sin semillas es el Colonizador, imagen y semejanza de nuestro pueblo, calamitoso hedor, disfrazado con perfumes importados de la Alemania... Nazi. Miles de caminos abiertos en abanicos de esperanzas, cruzar el puente es tan simple como seguir un huracán nuevo, multicolor e inspirador. Solucionar la duda, dejarse llevar, crecer.

  Mientras tanto, El colonizador, no coloniza nada.

miércoles, 18 de abril de 2012

El regalo

- Que sea mi muerte un regalo para ti, dejare este mundo para ceder el paso a la juventud, y que se realice con plenitud; que sea mi muerte un regalo hacia ti. No esperes mas, sal y exige a tu existencia miles de razones para que cada segundo valga la pena, con el solo pretexto de dejarse fluir, Eso es juventud, buscar placeres, autodestruirse para renacer a cada segundo y nunca dejar de sorprenderse. Mi muerte, ese es mi regalo hacia ti, no te apenes, la vida es así, cada uno tiene su ciclo, y el mio esta por terminar, ya he transitado mucho, he visto nada, nunca aprendí, y nunca viví. Ese es mi regalo hacia ti, una hoja en blanco y miles de colores para ser, el final de un libro que relaja y tiende puentes infinitos con el alma. Ese es mi legado, nada, porque nada he sido, porque no he existido, humo tapando tu belleza, neblina en tus labios, ceguera en tus ojos, sombras en el calabozo de tu vida. Una mirada fría ultraexquisita, una amante sin amor, un mal actor. Mi muerte, ese es un regalo para ti. Una puerta que abierta, que sigue rozando, y besando su cerradura; y romper ese amor, ya no es mi misión. Afuera, te espera todo lo que no has visto, fascinación, belleza, seres vivos, sueños, crueldad y el mundo real.
Nos quedamos mirando fijo, nunca lo había visto tan feliz, acariciándome besó mi frente, una ola de extrañas y nuevas sensaciones recorrían mi cuerpo, asustada, me recosté en un pequeño diván, cerca de su cama, frente a la ventana. No entendía que pasaba, en el fondo de mis átomos algo estaba cambiando, atravesando los caminos de los recuerdos, dando luz a algo nuevo, quise escapar mirando por la ventana el campo de violetas y las mariposas, las pequeñas encargadas de llevar ese perfume hasta el centro de la habitación. Espiaba por la puerta entre abierta, una fuente rebosante de agua de manantial, cercada por por la matríz perfecta, abridora de sentidos que solo la naturaleza puede proporcionar, todo al alcance. Miré a mi abuelo moribundo, lo abracé mientras moría, la incoherencia se transformaba en certeza, y la certeza en vida, cada segundo que agotaba el ser del anciano me daba un centímetro mas de libertad. Ya dando sus últimos respiros, me alejo con la conciencia limpia de la misión cumplida, abro la puerta y...

jueves, 12 de abril de 2012

3:15 (Amanda, es hora de despertar)

Escucha esa canción

que le dice su verdad,

que conoce su habitación,

y recuerda el beso robado

en ese extraño auto,

con la llave cerca del corazón.

Grita dentro de su casa cerrada, pero no

se victimiza ni reprocha, como

el poeta culpable y niñita que una vez oyó.


Nada la puede tocar, y mientras, se pierde de ella,

quiere lo único, que la jaula no le deja amar.


La ambivalencia, violenta degeneradora

de ideas, de estabilidad,

el carcelero y ella,

la sutil diferencia entre mentalidad y biología.

Un amante fugaz,

que le haga olvidar,

que se libre del guardian...

ella quiere la unica persona que no puede tener.


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